Las metáforas de Internet
Todo empezó por una metáfora “peligrosa“. A unos nos parecía que nos permitía explicarnos, dar sentido a una práctica, jugar y reflexionar sobre la experiencia. A otros, que reducíamos el mundo, imponíamos un modelo de gafas y metíamos más ruido en la ya de por sí cacofónica 2.0.
Me dolió en los huesos de mi esqueleto, pero bendita metáfora que nos permitió discutir. De la provocación pasamos al diálogo y de ahí a pulir nuestras distancias literales. El espacio de intercambio fue un libro que estaba a punto de entrar en imprenta y que hoy ya ha visto la luz: Las metáforas de Internet, de Edgar Gómez Cruz (aka Tesista).
Entonces comprendí el escozor de aquella metáfora “peligrosa”, porque si algo se destila de este libro es la preocupación desde el punto de vista académico sobre cómo se introducen, utilizan y solidifican los términos que representan las prácticas de Internet. En la propia introducción lo deja claro citando a Wilbur: “Necesitamos ser particularmente críticos al aproximarnos a las herramientas que utilizamos para explorar la cultura de Internet, incluso las palabras que escogemos para emplearlas“. Es desde esta mirada crítica desde la que el libro hace una revisión de tres conceptos clave en la retórica internetera: ciberespacio, comunidad virtual e identidad virtual.
Actualizo: Las metáforas de Internet está ya disponible en la librería online de la UOC.
Metafóricamente hablando, diría que es un libro inútil -lo leí de un tirón en un viaje de tren, de esos que reservo al placer de la lectura reposada- y un libro sumamente útil al mismo tiempo, en el sentido más pragmático del término. Es precisamente ese enfoque de revisión crítica lo que hace de este libro un texto de referencia para quienes necesiten de una introducción y clarificación de los términos. Gente como yo, puesto que gracias a la elaboración de su relato, nos ahorramos el trabajo de volver sobre sus pasos. Es por ello un libro didáctico en cierto modo. Sé que a los señores serios de la Academia, la pedagogía, la enseñanza, les parece una vulgaridad y un trámite para deleitarse en abstracciones más sublimes, pero yo, que estoy más cerca del aula que del índice de impacto, no puedo más que agradecer este tipo de esfuerzos.
Como dice Molinuevo, autor de otro bello libro inútil que estoy saboreando de a poquito, las metáforas son un arma de doble filo:
“Podemos ampliar con ellas el conocimiento o pueden inducirnos a llevar una existencia metafórica. Creo que nuestro reto ahora es el de realizar lo virtual y no el de virtualizar lo real“
Para nuestra Boyd (pdf), las metáforas sobre los usos de los blogs, vendidos principalmente como diarios personales o diarios periodísticos, dejan fuera a quienes no se sienten representados dentro de esa conceptualización. Y tiene razón. Las metáforas cierran, encierran. Pero también abren. Según el uso, según el contexto, según los matices. Ése es el filo del arma que más me interesa, lo cual no impide tener un ojo en el reverso. Confieso, soy metaforera. Quizás sea por mi pasión por la enseñanza, que no concibo el aprendizaje sin anclajes previos. Y es ahí donde entran las metáforas, como referentes para conectar con conocimientos previos y establecer conexiones cognitivas.
Si algo es una metáfora es un espacio simbólico de intercambio y construcción de significado. El problema está en la literalidad, en los matices, en dar por válido ese espacio cuando se dicen y se escuchan cosas distintas. Un ejemplo: todos hemos caído en poner el apellido 2.0 a los conceptos (el propio Edgar cierra el libro con “Ciberconclusiones 2.0“). Nos podrían achacar que estamos reproduciendo el buzz. Sí, en cierto modo. Pero, ¿quién dice dónde está el límite entre la reproducción y la revisión? ¿dónde queda entonces la ironía, la crítica de la crítica?
Así que según me nombras, me conformas, pero también me puedes transformar. Las metáforas nos piensan, pensemos nosotros en ellas e inventemos las que necesitemos para comunicarnos, para revisarlas y explicarlas. Para reactivar las metáforas muertas desde el reconocimiento y la introspección. Y cierro con esta cita de Lizcano (pdf):
“La metáfora es esa tensión entre dos significados, ese percibir el uno como si fuera el otro pero sin acabar de serlo. La metáfora atenta así contra los principios de identidad y de no-contradicción, principios que, sin embargo, fluyen de ella como forma petrificada suya. Efectivamente, como ya planteara Nietzsche y desarrollara Derrida, bajo cada concepto, imagen o idea late una metáfora, una metáfora que se ha olvidado que lo es. Y ese olvido, esa ignorancia, es la que, paradójicamente, da consistencia a nuestros conocimientos, a nuestros conceptos e ideas” (pág. 61) […] “las metáforas, esos sorprendentes duendes del imaginario que nos habitan en secreto. Conservadlas, y conservaréis el mundo. Cambiadlas, y cambiaréis el mundo” (pág. 71)
Así que señores, tengan cuidado al utilizar metáforas digitales en vano. Háganlo mejor en vena. Vale que es un juego tonto de palabras, una cursilería, pero es mi metáfora y la uso como me da la gana 😉
- Lo siento mi Tesista, tanto pensarlo y al final me salió un poco ladrillo…