Dice el viejo refrán que las mentiras tienen las patas cortas, pero en la era de la desinformación son tristemente más veloces que la verdad por más brillante que nos parezca.
La desinformación no es un fenómeno nuevo (en este mismo blog llevamos años cubriendo el tema). Es consustancial al ser humano en cuanto a su intencionalidad (normalmente con cierto componente político o ideológico) y a su estructura (una mezcla de verdad con mentiras sazonadas y un regusto emocional que las hace irresistibles). Pero ahora encuentra aliados difíciles de combatir…
De este tema, y concretamente de su promotores, efectos, resistencias y vías para combatirlo he publicado dos artículos recientes en Nobbot que te invito a leer:
Pero si preferís el formato de vídeo y presentación, más abajo podéis ver el material que compartí sobre desinformación en el evento InnovaBilbao de abril.
Vivimos en un mundo móvil, globalizado y fuertemente mediado por la tecnología digital. ¿Estamos preparados como sociedad para ayudar las generaciones más jóvenes a vivir en él, a afrontar los retos que la virtualización les presenta? ¿Debemos evitar el contacto de los niños y niñas con la tecnología como parece ser la última moda entre las familias de los ingenieros de Silicon Valley o iniciarles en el lenguaje de programación para que no se queden fuera de la ola digital?
En noviembre participé en unas jornadas sobre jóvenes, juego y adicciones organizadas por el Ayuntamiento de Valencia y la FAD con una ponencia sobre la necesidad de formar en el consumo crítico de la información y en el uso inteligente de la tecnología como la mejor forma de prevención en este escenario.
De ahí salió un artículo que publicaron como firma invitada en la página Planeta Joven y del que hoy traigo un extracto:
A modo de resumen, os dejo con el hilo que publiqué en Twitter:
¿El contacto de los menores con las pantallas perjudica o beneficia su desarrollo cognitivo? Profesores, padres y madres no sabemos a qué atenernos, tan pronto sale una noticia a favor como otra en contra.
No parece que la prohibición per se como forma de evitar/negar una realidad sea coherente ni útil cuando por otro lado se insiste en que serán los más pequeños los llamados a liderar los nuevos trabajos aún por definir en el escenario digital.
Mientras tanto, en la televisión podemos ver en los deportes a los jugadores luciendo apuestas online en sus camisetas y en paralelo una noticia de cómo está creciendo la ludopatía en los más jóvenes.
¿La culpa es de internet? ¿Es la solución evitar el acceso a las pantallas como parece ser la última moda en Silicon Valley? Una noticia a cuestionar que no hace más que culpabilizar aún más a los padres que tienen menos recursos.
Existe un mito bastante instaurado de que con limitar la exposición a un tiempo determinado, fijado normalmente en 2 horas, estamos protegidos. Esto crea la falsa ilusión de que no es necesario hacer nada más mientras se deja al niño solo a su suerte en su práctica digital
La Escuela tiene un papel clave como mediadora para desarrollar la educación mediática, también llamada alfabetización transmedia para formar en el pensamiento crítico y la expresión creativa, huyendo de posiciones alarmistas.
En este tiempo he sido madre, una experiencia maravillosa y sumamente intensa. Intensa en emociones e intensa en dedicación personal. Como nuestro tiempo no es suma cero, algo tenía que verse aparcado y la interacción profesional saltó por la ventana. Confieso mi ingenuidad, mi idealización de esas escasas 16 semanas de baja. Para alguien que no ha dejado de estar activa en el mundo laboral con anterioridad, pensar en ese paréntesis era sinónimo de muuuucho tiempo para pasear con un carrito silencioso y tomar un café con un libro en una terraza. Quien ha pasado por ello, sabe que no es así. Y a pesar de ser tan universal, de que “todo el mundo lo conoce”, hay como un código secreto hacia las primerizas de no estropearles la fiesta y no decirles lo que supone un bebé 24 horas (bendito bebé, pero un bebé). Así aterricé en la inmensidad de la crianza, en la necesidad de la jornada reducida, en el parque de la tarde. Una experiencia maravillosa, sin duda. Pero una experiencia agotadora también.
Y entonces mi capacidad intelectual para leer, pensar, escribir, publicar y compartir en mi tiempo libre se vio mermada. Porque sencillamente desapareció el tiempo libre. El blog se vio resentido, mis redes sociales también, los encuentros con colegas profesionales aparcados… ¿Una presentación de libro a las 19h? Imposible, lo siento. ¿Una conferencia en otra ciudad? No puedo si exige hacer noche. ¿Un artículo de fondo para el fin de semana? Inviable, más adelante quizás… Continuar desarrollando mi trabajo a mismo nivel ha sido fundamental para mí en esta etapa, pero todo debía enmarcarse a una jornada comprimida sin contar con esos extras a los que estaba acostumbrada y que tanto enriquecen. Solo me di cuenta cuando los perdí.
Una nueva fase
Mi hija Nora tiene 3 años y medio, empieza a ser más autónoma y su madre a disfrutar también de esa nueva etapa. Así que aquí me hallo, buscando esos resquicios de enriquecimiento personal/profesional y aprovechando sus siestas de verano para retomar una tesis doctoral que me apetece mucho terminar. Todo vuelve a su ser, es cierto, pero requiere esfuerzo extra.
Fue precisamente este verano cuando Nora me identificó en el póster de LasTOP100 de 2012 que su abuela tiene en el salón (estos reconocimientos los viven especialmente las madres, esto es así) y empezó a preguntar quiénes eran las otras mujeres.
No es nuevo que sea otra vez candidata a LasTOP100. Veo en la ficha de perfil de su web que también lo he sido en estos años de hibernación, pero ni siquiera fui consciente de ello. Ahora sí, y aunque sobre todo es una buena forma de darle impulso a la iniciativa porque lo importante es identificar otras mujeres y darles paso (y no repetir las que ya pasamos por ello), me hace especial ilusión acompañar ahora a estas 600 candidatas 🙂 Ahora sabes por qué 🙂
Las votaciones estarán abiertas del 10 al 24 de septiembre. Más información en LasTOP100.
Eso de que el diálogo es un pilar fundamental del aprendizaje, más allá de una frase manida, se convierte en un gran descubrimiento cuando tenemos hijos. En la crianza de una niña de 3 años como es mi caso, la fascinación es diaria. Somos su libro, su frontón, su guía y su espacio de pruebas. Tan importante resulta lo que se dice y cómo se dice, lo que se escucha y cómo se responde, que incluso asusta esa gran responsabilidad que tenemos en lo que aprende, asimila y descubre una persona en los primeros años de vida. Todo a base de ver, imitar, consultar y compartir a través de la palabra.
Y tristemente luego ese potencial socrático se acaba aparcando en la Escuela, como nos recuerda Alfonso González en este post de Educación Abierta:
También en la educación hemos decidido que tenemos demasiadas cosas que hacer y demasiado deprisa para poder atender dónde está la verdad; los matices, los tonos, los gestos, los silencios. Cada vez angustia más esperar, cada vez inquieta más enfrentarse a lo complejo. La conversación requiere tiempo y espacio, dentro y fuera de la escuela.
Para los alumnos, los dispositivos digitales se han convertido en simuladores de la amistad con los que han eliminado las exigencias de las relaciones con los compañeros; no tienen que dar respuestas a los sentimientos de otros, ni integrarlos en su intimidad. Siempre acompañados y siempre solos. […]Los alumnos están tan ocupados comunicándose que no tienen tiempo para pensar, y mucho menos para pensar en los demás. La tecnología no nos ofrece una educación emocional. Las personas sí. La escuela, debería.
Conversación: del blog a las redes
Hubo un tiempo en que “conversación” parecía sinónimo del mundo blog, se celebraban congresos bajo ese lema e incluso se publicaron varios libros con ese título. Hasta entonces dejar una impronta en forma de comentario en internet estaba relegado principalmente a los foros, en los que no se concebía tanto el hablar con alguien, sino el hablar de algo y siempre bajo un nick o seudónimo que nos proporcionaba cierto cobijo. Sí que teníamos los chats, pero ahí la diferencia estaba en el carácter efímero de la conversación y en su rápido traslado al espacio íntimo. Los históricos del lugar recordarán aquello del “abrimos privado”. Los blogs, en cambio, vinieron a sumar huella personal, diálogo público y fijación en el tiempo.
Fueron los primeros años del formato hasta que allá por 2007 llegó la soledad a los blogs, se quedaron vacíos de comentarios y nos fuimos a las redes (Facebook y Twitter). Ante el abandono de los lectores de feeds comprendimos que teníamos que salir a esas plazas a ofrecer nuestro post y empezamos a hablar allí. Y algunos incluso pusimos plugins para que las interacciones en Twitter se anidaran a modo de comentarios y no sentirnos tan solos. Por si fuera poco, 2018 el RGPD ha venido a complicarlo un poco más y ahora no solo es que no tengamos comentarios, sino que tenerlos nos obliga a una mayor gestión de los mismos. Y empezamos a estar cansados, yo empiezo a estar cansada y a pensar que no me merece la pena el esfuerzo de tenerlos abiertos si total, ya nadie comenta 🙁
Otro tema a analizar es qué tipo de conversación se ha trasladado a las redes. Sin duda es de otra naturaleza, más ágil, pero también más ligera, con todo lo que ello conlleva. Estas últimas semanas he hablado para mi tesis con muchos periodistas que empezaron teniendo blogs personales hace más de diez años y que coinciden en el potencial de interacción de las redes sociales hoy, pero no tanto en su uso conversacional. Y es una distinción que creo relevante, interacción de por sí no es sinónimo de conversación, como tampoco de diálogo.
Esta evolución en gran parte tiene que ver con el efecto masivo (el dispositivo móvil y la sencillez de las aplicaciones ha incorporado a muchos más usuarios), que ha hecho también que se haya difuminado el concepto de comunidad. En los blogs teníamos la sensación de hablar con un grupo más o menos acotado o imaginado, en las redes su propiedad viral hace que cualquier cosa se pueda disparar sin apenas control de para quién hablamos y qué expectativa de lectura tenemos. Todo es más rápido, y por ello más superficial, con menos contexto, sin reposo para profundizar, para interpretar y para discutir en un ambiente más heterogénero pero también más difuso. Un ambiente que empieza a mostrar síntomas de agotamiento, de falta de entusiasmo en estos actores (me refiero a los periodistas que son objeto de mi estudio), pero esto da para otro post y este ya me ha quedado muy largo.
¿Podemos hablar de Educación más Abierta en los últimos años? Hubo un día en el que incluso escribimos un manifiesto con 10 ideas para lograrlo, pero ¿cuál ha sido la deriva del discurso Open en este terreno? Esto es lo que me pregunté cuando me invitaron a compartir un encuentro con los miembros de la Asociación de Educación Abierta. ¿Cuánto de abierta y hasta cuándo?
2000-2010 WEB SOCIAL FEDERADA
2001 no es solo el título de una película mítica, ni el inicio de un nuevo orden mundial con el 11S. Es también el año en que nace Wikipedia. Y el año en que se empiezan a popularizar los blogs, los weblogs que se llamaban entonces. Nace la web de lecto-escritura, el sueño de que cualquier persona tenga voz en internet de forma sencilla y gratuita. Un espíritu que retoma en cierta forma el ambiente libertario de los pioneros de internet.
2001 es también el año en que Lawrence Lessig desde Stanford le da forma a nuevas herramientas legales para hacer posible el libre intercambio de contenidos y creaciones culturales: nacen las licencias Creative Commons.
Y es en esa misma época, cuando la Universidad, concretamente el MIT desde la costa Este lidera el movimiento OpenCourseWare liberando, seguimos con la retórica libertaria, material docente vía web. Y Moodle como plataforma de aprendizaje online para quien tuviera ganas de aprender a instalarla. Cualquiera podía ser profesor, tener su público, su audiencia, sus alumnos. Y llegó Android y empujó el mundo móvil. Y así cambiamos de década.
El espíritu del software libre se trasladó a la cultura, a la academia, a la ciencia, a la educación… a todo lo relativo al conocimiento para que este fuera accesible a cualquier persona del mundo con independencia de su origen o recursos. Conceptos como abrir, copiar, citar, mejorar y compartir empezaron a cobrar un particular sentido que, unido a la idea de lo amateur, inspiró la fiesta de la web 2.0.
2010-ACTUALIDAD: REDES SOCIALES CENTRALIZADAS
Son los usuarios quienes se lanzan a expresarse desde sus dispositivos móviles. Cada persona es un punto, un cuerpo comunicante en un tejido infinito que ya no quiere ser masa sino red social. Todos alrededor de un flujo constante de comunicación. Primaveras árabes, mayos patrios y otoños americanos. Facebook y Twitter son los nuevos líderes de la conversación. Los blogs ya no son el lugar privilegiado, ni el único ni el más sencillo, para que la gente se comunique online de forma pública.
Volvamos a la educación en esta nueva década en la que ya tenemos contenido docente, plataformas de vídeo potentes, tecnología de red social, dispositivos móviles para producir/consumir y usuarios con las prácticas adquiridas. Nacen entonces los MOOC como el gran formato que aglutina todos esos avances (que suponga necesariamente un progreso pedagógico es cuestionable si no ofrecen más que un puñado de tests automáticos con consulta de vídeos, pero eso es otro debate…).
Un formato abierto y masivo como son los mooc genera por su propia naturaleza muchos datos. El big data llegó a la formación y el nuevo hype se convirtió en las “learning analytics”. El hype pasó, ya no encabeza los estudios de prospectiva de la educación, pasamos a la nueva pantalla, estamos ya en la inteligencia artificial sin haber sido capaces de digerir cuánto de learning o de analytics nos quedó.
Conectamos Netflix y Black Mirror nos pone los pelos de punta por su proximidad, porque nos parece menos ciencia-ficción de lo que quisiéramos. Nos obsesionamos con la presencia digital, con la creación de una imagen virtual con la que seducir en las redes sociales. Si antes hablábamos de “identidad digital” ahora directamente pasamos a esforzarnos en nuestra “marca personal” sin sonrojo.
Pero no pasa nada, somos todos muy sagaces y sabemos distinguir la impostura de la postura, del postureo. ¿Seguro? Para eso está internet, a más multiplicidad de fuentes, de voces, de medios… más capacidad para informarnos, seleccionar y contrastar lo que nos llega. ¿Seguro? ¿Y quién decide lo que nos llega? Entran en juego los mayordomos silenciosos, los algoritmos que vienen a reducir complejidad para hacernos la vida más fácil.
El fenómeno fake-news ha hecho más alarmante la necesidad de entrenar el pensamiento crítico, de cuestionar, dudar y verificar como una forma de estar y sobrevivir en este mundo. ¿Lo hacemos?No hablamos de desconfiar de las críticas en un portal hotelero o de distinguir un anuncio de publicidad de un reportaje “informativo”. Hablamos de cambiar presidentes de gobierno, hablamos de cambiar una cotización en bolsa, hablamos de vidas humanas, hablamos de cosas muy serias.
Pero volvamos a la educación en esta década que vamos cerrando. ¿Es más abierta por ser más tecnológica? Todo apunta a que superamos la etapa de tecnificación de la Escuela, aquel mantra de “introducir la tecnología en el aula”, pero no fue suficiente para expandirla. Y ahora qué está dentro, ¿qué? ¿la prohibimos como quiere hacer Francia por ley con los dispositivos móviles?
Lo que parece claro es que los procesos de apertura no son lineales ni naturales de por sí. Todo cambio genera renuncias y pérdidas a las que hay que prestar atención, análisis, reflexión y acción. Como comentó Carlos Magro en la sesión AEA en la que debatimos sobre esta, lo siento, mirada un tanto desilusionada, “La tecnología era esa caja negra que estaba dentro del aula, que mirábamos sin comprender. Ahora el aula es la caja negra y dentro estamos nosotros junto a la tecnología. Vivimos en la caja negra”.
Página personal de Tíscar Lara
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