Mayoría de edad
Hace exactamente 18 años, un día de San Fermín escribí por primera vez en este blog. Vuelvo sobre mis letras y me veo puliendo un artículo para un congreso en Brasil, a punto de irme a vivir a Lavapiés e inventándome a la primera comentarista que me deseaba suerte: una cariñosa “Úrsula” improvisada. Úrsula rompió el hielo pero ya no volvió a aparecer. Su misión secreta de probar la funcionalidad ya estaba cumplida. Sí lo hicieron durante estos años cerca de 8.000 comentarios a unos 1.500 artículos. Lo pasamos bien.
Hace 18 años podría haber tenido un hijo, pero tuve un blog. De hecho, sigo con la misma pareja y por el camino hemos tenido una hija, pero aunque no es lo mismo, el blog también se llevó horas de sueño y me regaló emociones, ilusión y aprendizajes.
Se fueron los comentaristas, nos mudamos a Twitter y a otros espacios. El mundo se hizo más grande. Y a veces, más pequeño. Pasaron los años y el ritmo de publicación fue decayendo, pero siempre con la paz de saber que el blog seguía esperando, que era el lugar donde volver y empezar de nuevo.
Sigo pensando que el primer destinatario de un blog es su autor. Me encanta como forma de ordenar la memoria. De dejar migas de pan. De pensar en voz alta junto a la chimenea.
Y aquí estoy, 18 años después. Con una reciente dosis de Pfizer en este nuevo mundo distópico, entre guerras, algoritmos e histeria digital. Buceando la red, buscando humanidad en cada byte. Gracias por el viaje. Seguimos.