La intimidad conectada
Esta mañana participé en Las Mañanas de RNE en el debate sobre seguridad y privacidad en la red, a raíz de las fotografías robadas a una centena de famosas en Estados Unidos.
Hablamos sobre todo de la importancia del sentido común en estos casos y de algunas pautas que podemos incorporar en nuestro día a día digital como un entrenamiento básico para proteger nuestra intimidad y privacidad:
- Cambiar contraseñas de forma periódica – No utilizar la misma combinación en todas las cuentas (correo, facebook, instagram, etc.).
- Proteger el acceso al móvil con código numérico , mejor que el deslizamiento en pantalla (más fácil de detectar por el rastro de la huella en pantalla). Teniendo en cuenta que de media miramos el móvil unas 150 veces al día, obviamente da bastante pereza. Pero, ¿cuántos de nosotros si nos olvidamos o perdemos el móvil (ni siquiera nos lo tienen que robar) no entraremos en pánico? El problema ya no es que alguien llame con nuestro móvil al extranjero y nos venga un factura desmesurada como hace años, como tampoco perder un dispositivo de última generación, sino mucho más grave que lo económico es el posible daño a nuestra identidad, honor e intimidad. Al menos mientras haya batería, y si no activamos un servicio que bloquee el móvil de manera remota, cualquiera puede entrar en nuestras cuentas y ponernos en un serio peligro: compartiendo fotos, escribiendo correos en nuestro nombre, publicando en Facebook, etc.
- No tener material comprometido en dispositivos conectados (a redes sociales, a servicios en la nube…). Ser conscientes de que para activar un Smartphone partimos ya de una cuenta de correo (ya sea en iPhone o Android, los sistemas más populares) por lo que tenemos abiertas muchas puertas digitales. En caso de tener material sensible que se quiera conservar de la forma más privada, lo más recomendable es extraerlo del móvil desconectando el acceso a internet, asegurándose de que no se han creado copias automáticas en otras aplicaciones de redes sociales y guardándolo en discos externos para visualizarlos en la intimidad cuando se desee, y sin olvidarnos de borrar el material en el móvil después.
Objeto digital = copia infinita = pérdida de control
(borrar de un sitio no significa que automáticamente se borren de todas las aplicaciones)
- Dedicarle tiempo a configurar las aplicaciones del móvil para evitar acciones automáticas fuera de nuestro control. ¿Somos conscientes de si cada vez que sacamos una foto, además de guardarse en el propio móvil, también se hace una copia en iCloud (si hablamos de iPhone) o en Drive (si hablamos de Android con cuentas de Google) o si se publica automáticamente en Instagram o en Facebook…?
- No circularlo de forma expresa en lo posible, ni siquiera a grupos muy privados (WhatsApp, Facebook, etc.). Personal no es equivalente a privado y esto último requiere de mayor celo y protección.
- Por último, lo mejor es pensar que siempre estamos expuestos, ponernos en el lugar de que todo puede circular y sacarnos los colores en algún momento, y entonces preguntarnos qué daño nos podría hacer y si podríamos soportarlo. Así seremos conscientes del riesgo que podemos correr y tomaremos las precauciones oportunas.