La ética de la cámara oculta

goran_eriksson.jpg

El mundo deportivo parece escandalizado por las declaraciones del seleccionador del fútbol inglés Goran Eriksson a un periodista camuflado de News of the World ¿Por qué no hace tanto ruido el escándalo periodístico que supone? Lo verdaderamente terrible de este caso no es tanto qué dijo este hombre, sino la situación en la que hizo estas declaraciones y el engaño al que fue sometido. El periodista que se hizo pasar por jeque árabe, Mahzer Mahmood, es conocido por sus anteriores reportajes utilizando técnicas similares.

Hace unas semanas fue la broma del Grupo Risa suplantando la personalidad de Zapatero al felicitar a Evo Morales, recién elegido presidente de Bolivia. Hoy es el caso Eriksson y mañana lamentablemente nos encontraremos con alguna triquiñuela similar.


Cuándo se justifica una cámara oculta en periodismo de investigación:

En su libro Elementos del Periodismo, Kovach y Rosenstiel nos ofrecen 3 criterios básicos para valorar la justificación del recurso al disfraz y la cámara oculta, tan utilizados últimamente en televisión y, como he visto, del que no se libran radio y prensa:

Cita literal del libro Elementos del Periodismo (pág.116 en su edición española y pág.86 en la americana)

  1. La información deber ser lo suficientemente importante o vital para el interés público. Sólo en ese caso se justifica el engaño.
  2. Los periodistas no deben recurrir al disfraz a no ser que no haya otro modo de conseguir información.
  3. Los periodistas deberían aclarar a sus lectores, oyentes o espectadores todos aquellos casos en que hayan engañado a las fuentes para conseguir una información y explicar los motivos de que lo hayan hecho, incluyendo en éstos por qué esa información justifica el engaño y por qué era éste el único modo de obtener los datos que se buscaban.

En España nos encontramos con una sentencia de un juez de Barcelona hace un año que limitaba el uso de este método a “temas de interés general cualificado, como pueda ser la comisión de delitos o la práctica de actividades que afecten a la salud” y añadía: “cuando las informaciones que se transmitan sean estrictamente veraces, sin que en su emisión se produzcan comentarios injuriososo ni vejatorios para las personas que involuntariamente las protagonicen”. Se refería concretamente a un reportaje de El Mundo TV sobre los negocios del fútbol, que fue emitido por Tele5 y Canal9.

En una entrevista sobre este tema, Jesús Palacios, periodista de investigación decía: “El periodismo de investigación tiene unos elementos que no deben de sobrepasar unas normas éticas y unos comportamientos honestos. Hay cosas que no son periodismo de investigación. El hecho de que se vaya a ver a una persona y se le esté filmando con una cámara oculta sin que él sepa que se le está filmando, y obteniendo unas declaraciones que después, además, son absolutamente insustanciales, eso me parece que roza más con el escándalo. Un escándalo que se está generando mucho con la telebasura, pero no es periodismo de investigación”.

Una vez más, la realidad mediática parece confundir medios y fines justificando cualquier método en función del objetivo final. El periodismo se define fundamentalmente por el servicio de información veraz al ciudadano y el respeto por un método limpio y transparente. Todos somos conscientes de que decimos cosas distintas, o al menos de forma distinta, según el entorno público o privado en el que nos encontremos. De igual manera que una prueba para un proceso judicial queda anulada según haya sido el método por el que haya sido obtenida, cabría preguntarnos qué se puede exigir al periodismo en su responsabilidad social.