Mañana comienza en Huelva el Congreso Hispanoluso “La televisión que queremos” organizado por el Grupo Comunicar. Hasta el próximo domingo participaré en esta convocatoria, por lo que es posible que no pueda escribir aquí hasta entonces.
Dejo mientras un artículo que escribí el julio con motivo de este encuentro (también en pdf):
HACIA UNA TELEVISIÓN MÁS PARTICIPATIVA
Introducción
Las innovaciones tecnológicas de los últimos años están provocando cambios sustanciales en el modelo de comunicación de las grandes cadenas de televisión que afectan a su relación con la audiencia, con la publicidad y con sus propios profesionales. Algunos de estos cambios tienen que ver con la proliferación de Internet y de los nuevos canales de oferta televisiva, así como con el creciente papel activo por parte de la audiencia:
«Los medios de masas buscan el mínimo común denominador para llegar al máximo de público. Afloran en el centro: de la audiencia, del mercado, de la política. Sin espacio para la imaginación, la rebeldía y la visión radical. Viven satisfechos en el paraíso de lo políticamente correcto, apostados en la normalidad y rebajando su cuota de enfrentamiento con el poder, los anunciantes y parte del público, adormecido entre la publicidad y la vida remedada en un reality show» (Varela, 2005).
Las televisiones ven que el modelo unidireccional de comunicación sobre el que se han asentado desde su nacimiento se encuentra en crisis. Sus índices de audiencia han de competir con nuevos medios alternativos que se están desarrollando en Internet. Los blogs, videoblogs, wikis y otras herramientas de colaboración en la Red favorecen que cada vez haya más actores en el proceso de comunicación social que quieran hacer oír su voz. Estas herramientas de participación posibilitan, por un lado, la aproximación entre las fuentes de información y sus destinatarios, y por otro, el intercambio de roles entre ambos elementos del proceso de comunicación. La televisión, como medio de comunicación social, ha de ser consciente de este fenómeno y experimentar nuevos modelos de participación con su público.
Los ciudadanos quieren dejar de ser telespectadores y pasar a coproducir la televisión que consumen. Para ello se ven capacitados por nuevas tecnologías como la telefonía móvil y la integración de cámaras de vídeo digital que les permiten ser narradores de excepción de su propia experiencia. Algunos acontecimientos periodísticos de los últimos meses, como el desastre del tsunami en Asia y los atentados de Londres, han demostrado el valor de la contribución de los ciudadanos como «reporteros ocasionales».
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